Puente de mayo
Arranca el popular “puente de mayo”, pero, en esta ocasión, la pregunta “¿vas a salir?” cobra un significado muy distinto. Este año la respuesta no tratará sobre viajes, excursiones o escapadas, sino sobre deporte individual o paseos con el conviviente, y eso sólo desde el sábado. Es la “fase cero” de la desescalada hacia la “nueva normalidad”. Así lo anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado martes, en una comparecencia muy esperada, pues muchos confiaban en que sirviera para planificar el futuro inmediato, desde los abrazos a los seres queridos hasta las vacaciones, pasando por la situación laboral, económica y escolar.
Vacuna
Y, en efecto, parece que puede haber una luz al final del túnel, aunque con todas las cautelas, porque el proceso puede revertirse en cualquier momento si hay un repunte y la COVID-19 vuelve a poner contra las cuerdas al sistema sanitario. Por eso, porque todos tienen presente que nada ha acabado y que la “nueva normalidad” dista mucho de la “normalidad” a secas, es un buen momento para recordar el camino que aún queda. El camino hacia la vacuna o un remedio terapéutico eficaz, que será la única manera de olvidarnos de la pandemia.
Precisamente hoy termina la Semana Mundial de la Inmunización, una iniciativa que la Organización Mundial de la Salud celebra desde hace años para recordar la importancia de las vacunas para evitar enfermedades infecciosas. Es importante recordarlo porque lo que no se ve, a menudo se olvida. Si pasan años sin ver casos de polio o difteria se puede llegar a pensar que la enfermedad nunca existió e incluso poner en duda la necesidad de prevenirlas. Este año no ha hecho falta una gran campaña, porque todos tenemos en mente la necesidad de una vacuna: es lo que ocurre cuando no existe.
Reconocimientos
Por eso, ahora que vislumbramos la bajada de la famosa curva, es buen momento para los reconocimientos. El primero, el que se sigue haciendo desde todas las ventanas y balcones cada tarde a las 20:00, a los profesionales sanitarios, que todavía son y serán imprescindibles en la lucha contra el SARS-CoV-2. El segundo, a los investigadores y a la industria farmacéutica, que están buscando poner el punto y final de verdad a esta crisis. No debemos olvidar a estos colectivos, y tampoco debería hacerlo este Gobierno y los que le sucedan en los próximos años. Los aplausos animan, pero los médicos, farmacéuticos, enfermeros, auxiliares y otros profesionales clínicos necesitan contratos estables, sueldos dignos y posibilidad de desarrollar su carrera profesional. Los investigadores necesitan que España apueste de una vez por la ciencia, que está claro que es una inversión, no un gasto. Y las compañías farmacéuticas deberán tender la mano al Gobierno, en una situación complicada, pero necesitarán también garantías y estabilidad para llevar a cabo su labor. Una labor esencial, hoy más que nunca.