Pedro Sánchez ha pasado la semana en Nueva York, pero no ha sido el único. Si el presidente ha participado en la Asamblea General de la ONU, con la lógica compañía del ministro de Asuntos Exteriores, la ministra de Sanidad, Mónica García, ha completado la delegación enviada por el Gobierno y ha hecho lo propio en la RAN (Reunión de Alto Nivel) paralela sobre la Resistencia Antimicrobiana de las Naciones Unidas. Sin duda, el aumento de las resistencias es un problema de salud de primer orden que García conoce, pero su participación en el evento ‘Fostering an Equitable Global Response to antimicrobial resistance’, organizado por la Organización Mundial de la Salud, también da idea de que continúa en la carrera por formar parte del Consejo Ejecutivo de la OMS. Tan es así, que antes de tomar el avión a EE UU, el lunes, tras anunciar el Plan Estratégico de su oficina-estrella contra el Fraude y la Corrupción Sanitaria, el comunicado del Ministerio detallaba que Sanidad también colabora activamente con la OMS en esta materia, a través del ‘European Observatory on Health Systems and Policies’.
Nombres propios: Silvia Calzón, rescatada en Moncloa
Mientras la ministra de Sanidad trabaja con la vista puesta en la que puede ser una salida política en un organismo supranacional, una antigua responsable del Ministerio ha encontrado la suya esta semana. Se trata de Silvia Calzón, la que fuera primera secretaria de Estado del Ministerio de Sanidad (antes de la pandemia no existía este cargo, sino el de menor rango de ‘secretario General’), que permaneció en el cargo con distintos ministros, precisamente hasta la llegada de Mónica García. La cuota de Sumar en el Gobierno obligó a su cese, pues García quería a una persona de su total confianza, como Javier Padilla, aunque tuviera que quedarse con otros cargos, como los directores generales, a excepción del de Salud Pública. Eso obligó a Pedro Sánchez a sacrificar a Silvia Calzón, respetada técnicamente y también cercana a la vicepresidenta y ministra de Hacienda (y antigua consejera de Sanidad), María Jesús Montero. Su destino provisional fue la Comisión Española de Lucha contra el Dopaje, un cargo sin duda menor para la que fuera número 2 de Sanidad y responsable, entre otras cosas, de la política farmacéutica. Ahora el presidente del Gobierno la ha recuperado para su nuevo Gabinete de Moncloa, donde será directora de Atención y Respuesta a la Ciudadanía. Un buen fichaje sanitario para un gabinete donde, según ha trasladado el Gobierno, hay perfiles más jóvenes y académicos.