Decreto-ley de la “Nueva Normalidad”
Nunca se le habían puesto tantos adjetivos al sustantivo “normalidad” y eso, sin duda, no es normal. A medida que nos acercamos al fin de la desescalada (otro de los neologismos de la pandemia) hay que regular lo que vendrá después. Esta semana, el Consejo de Ministros ha aprobado el Decreto-ley de la “Nueva Normalidad”, que parece que será convalidado en el Congreso con holgura una vez finalice el estado de alarma. No incluye grandes novedades, pero confirma lo que era de esperar, que las mascarillas nos acompañarán sine die.
Próximo curso escolar
Otro de los proyectos normativos más esperados y que se han conocido en estos días ha sido el que regulará la vida en los colegios a partir del próximo curso. El Ministerio de Educación, de la mano de Isabel Celáa, ha planteado una escuela distópica con “grupos de convivencia” en lugar de pandillas de niños y niñas y clases montadas en el parque o los pasillos, con lección de COVID-19 diaria incluida. El límite de alumnos por clase se establece en 20. Esta cifra, que para muchos profesores, desbordados con ratios altas por clase, podría ser un sueño, puede convertirse en pesadilla si no queda claro qué hacer con los niños que “sobran” con las nuevas normas en la mano.
Seguridad en las aulas
Mientras se debate cómo abrir la escuela porque, al fin y al cabo, la educación es un derecho constitucional por más que cueste conciliarlo con otros, los columpios e instalaciones infantiles siguen clausurados, frente a terrazas con aforo completo y mientras muchos algunos turistas ya hacen las maletas para visitar Baleares la próxima semana. Esto quizá tenga sentido desde el punto de vista económico, pero no lo tiene desde el punto de vista humano. Los pediatras de Atención Primaria y Save the Children ya han pedido que la escuela y las instalaciones infantiles se abran con seguridad.
La peor parte de la pandemia: los mayores
Y si los niños han sido uno de los colectivos peor tratados las leyes de la pandemia, los que se han llevado la peor parte de la pandemia en sí han sido los mayores. Ambos colectivos tienen en común que pueden no considerarse productivos en términos económicos, pero no hay que olvidar que son sujetos de los mismos derechos que el resto. La catástrofe de las residencias de mayores enrarece ahora aún más el clima político, con acusaciones de unos y otros sobre protocolos que daban pocas opciones a los enfermos de más edad.
Vertiente judicial de la Covid-19
Mientras se dirime lo ocurrido y lo gestionado en las primeras semanas de la pandemia, recordamos que, durante estos meses, Italia siempre parecía ir un par de semanas por delante de España en la crisis: cuando aquí gozábamos de la “vieja” normalidad, allí ya estaban confinados; cuando aquí la curva ascendía, allí empezaban a doblegarla… Estos días hemos leído que la Fiscalía italiana ha llamado a declarar a los primeros responsables políticos, el primer ministro y los ministros de Sanidad e Interior, en relación a la gestión de la pandemia. Veremos si también seguimos los pasos del país transalpino en la vertiente judicial de la Covid-19.
