Las manos se han convertido en un ente extraño desde la llegada del COVID. Se les ha despojado del placer de tocar y sentir el calor de familiares y amigos y sobre ellas ha recaído el peso de la responsabilidad de diseminar el virus por doquier.
En algunos momentos hemos visto cómo, movidas por automatismos, sin responder a órdenes precisas e, incluso desobedeciéndolas, cogían algo del suelo para devolverla a su dueño, aprovechaban un despiste para posarse en una superficie de riesgo o acariciaban a un igual no conviviente. Vivimos con ellas, pero las sentimos como un elemento de riesgo en lugar de nuestra forma de alcanzar objetivos.
La piel de nuestras manos es, seguro, más vieja ahora, más dañada por el paso de geles hidroalcohólicos y más fría que antes de 2020, aunque solo sea por la falta de afecto y el continuo lavado de manos. Quizá sea el momento de mirarlas con más mimo y aprender a cuidar de ellas como lo hacemos con el resto del cuerpo, un cuidado que no está exento de higiene.
Este 5 de mayo se celebra el día internacional de la Higiene de Manos con el lema: «Salva vidas, Límpiate las manos» y lo cierto es que en honor a la verdad gracias a ellas y su insistente higiene desde la pandemia, se han producido menos contagios y no solo de Covid-19.
Las enfermedades infecciosas se han visto acorraladas por un gesto que ya se ha convertido en una prioridad para adultos y niños. Nunca antes la higiene de manos había formado parte tan importante de nuestro protocolo diario. Según la pregunta IMOP- BERBÉS, más del 70% de los españoles priorizó el lavado de sus manos como hábito de higiene esencial durante la cuarentena y este gesto parece que se ha consolidado para siempre.
Quizá en unos meses las manos vuelvan a sentir el calor del afecto, pero lo que parece seguro es que seguirán sintiendo el agua y el jabón más a menudo que antes.
