El Observatorio Mundial de la Salud es la puerta de acceso de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a estadísticas relacionadas con la salud global y a análisis que permiten hacer seguimiento de las tendencias sanitarias tanto de ámbito regional, nacional como mundial.
Si bien las definiciones del concepto ‘salud global’ varían según la fuente consultada, hay un aspecto en el que existe bastante consenso y es acerca de los desafíos a los que habrá que hacer frente. Según la St. George’s University, los retos que hay por delante son, principalmente, seis.
La peste negra, la viruela, la gripe española, el SARS-CoV-2… son muchos los ejemplos que hay de pandemias que han azotado a la humanidad. Como ha puesto de manifiesto la COVID-19, las amenazas virales muestran nuestra vulnerabilidad a enfermedades generalizadas, muchas de las cuales se originan en animales. No cabe duda de que la vacunación juega un papel fundamental, pero no hay que olvidarse de todas aquellas medidas globales de mitigación de riesgos que pueden ayudar incluso después de que ocurra un brote.
¿Pueden la contaminación del aire y el cambio climático afectar la salud de la población? La respuesta es sí y, en la mayoría de los casos, el motivo se encuentra en las fuentes de agua y el saneamiento. Los factores ambientales y los fenómenos atmosféricos facilitan que las enfermedades se propaguen entre grandes grupos de personas. Según las OMS, entre 2030 y 2050, se espera que el cambio climático cause aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año, por desnutrición, malaria, diarrea y estrés por calor. Asimismo, la ausencia de energía limpia y sostenible tiene un impacto adverso significativo en la salud y los medios de subsistencia de las poblaciones más pobres.
Otro aspecto que debe ser tenido en cuenta son las disparidades económicas y el acceso a la atención médica, ya que, pese a los avances que se producen anualmente en el campo de la ciencia y la medicina, no todo el mundo tiene acceso a la educación y la atención médica básicas. En este sentido, desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se incide en que “al garantizar la equidad en el acceso a la salud a través de todas las iniciativas de salud pública, todas las comunidades serán más fuertes, estarán más protegidas, tendrán mejor salud y serán más resilientes”.
En cuarto lugar, se encuentran los factores políticos. Algunos ejemplos son el impacto que los conflictos armados intra o inter estados juegan en la salud de la población y en la destrucción de infraestructura esencial. Asimismo, se menciona que la migración puede permitir que las enfermedades se propaguen más rápidamente, aunque la clave está en una mejor gestión de las políticas sanitarias de cada país y mejores respuestas internacionales ante las crisis humanitarias.
El 70% de las muertes que se producen en el mundo son: las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, el cáncer, la diabetes y otras enfermedades no transmisibles. La falta de actividad física, una dieta deficiente, el consumo de alcohol y tabaco, etc. juegan un papel relevante en la aparición de patologías, así como el nivel de ingresos.
En último lugar, la salud animal, el abastecimiento y el suministro de alimentos. ¿Por qué son un desafío para la salud global? Porque las prácticas agrícolas pueden influir en la salud animal, lo que hace que la transmisión de enfermedades se vuelva una preocupación en cada etapa de la cadena de suministro de alimentos.
Sin embargo, parece que, hoy en día, hay cuórum en cuanto a la importancia y necesidad de promover avances científicos y médicos bajo el paraguas de la colaboración público-privada porque si algo se ha aprendido en los últimos años es que la salud es nuestro bien más preciado.