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Según la OMS, el cambio climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI a la que se enfrenta la humanidad. Para la sociedad esta problemática está causada por los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Sin embargo, va más allá, ya que afecta a la salud tanto directa (olas de calor, sequías, tormentas fuertes y aumento del nivel del mar) como indirecta (enfermedades de las vías respiratorias y las transmitidas por vectores, inseguridad alimentaria y del agua, desnutrición y desplazamientos forzados). Es así que se estima que, entre 2030 y 2050, el cambio climático causará unas 250.000 muertes adicionales cada año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.

Altas temperaturas

Esta última causa, está cada vez más presente. El calor provocó más de 11.000 muertes en España durante el verano de 2022; este año, entre junio y julio se han producido 381 muertes. No obstante, las altas temperaturas también tienen un impacto significativo en la salud mental, el incremento de enfermedades y brotes de transmisión hídrica o brotes alimentarios; además de un mayor riesgo de incendios forestales, lo que implicaría más problemas respiratorios y cardiovasculares.

Algunos de los trastornos que provocan el exceso de grados son ansiedad, estrés y depresión. Según el doctor Víctor Navalón, psiquiatra del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, «el calor elevado, con temperaturas superiores a los 35 grados, y duradero en el tiempo, típico de una ola de calor, afecta a nivel psíquico al disminuir las emociones positivas y aumenta las negativas como la irritabilidad, apatía, mal humor, confusión, estrés y desánimo». En concreto, “casi un 20% de la población se siente más irritada, fatigada y menos productiva».

Los episodios de altas temperaturas también pueden provocar dermatitis, edemas, quemaduras, insolación, calambres, síncope por calor, etc.

Calidad del sueño

Otro de los factores que se ve afectado debido a las altas temperaturas es la calidad del sueño, que puede acrecentar la depresión, la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo y afectar profundamente a la cognición. Asimismo, es posible que disminuya las habilidades de afrontamiento.

Cuando aumenta la temperatura ambiente, la duración de los ciclos del sueño se acorta. Además, “una mayor temperatura corporal hace que el cerebro genere menos melatonina, la hormona que segrega el cuerpo humano y que actúa como reguladora y precursora del sueño, fundamental para dormir bien. Es por esto que el no dormir bien afecta al rendimiento físico y cognitivo, por lo que la productividad disminuye con las altas temperaturas siendo menos eficaces y mostrando déficits para mantener la atención y concentración”.

Medidas preventivas

Como prevención de episodios graves el Ministerio de Sanidad lanza cada año un Plan Nacional de actuaciones preventivas de los efectos del exceso de temperatura sobre la salud, donde recoge las recomendaciones según los diferentes niveles de riesgo.

Sobre todo, las pautas a seguir más repetidas por los profesionales de la salud son descansar con frecuencia a la sombra, realizar actividades al aire libre a primera o a última hora del día, evitando la exposición del sol en las franjas centrales del día. Asimismo, mantenerse hidratado constantemente, llevar ropa de colores claros de tejidos naturales, ligera y holgada. En cuanto a la alimentación, evitar comidas copiosas tomando alimentos frescos y ligeros propios de la dieta mediterránea: fruta y verdura. Todo esto contribuirá de manera positiva a afrontar las altas temperaturas y disminuir ese malestar emocional que generan.

En BERBĒS cuidamos el bienestar de nuestros trabajadores es por eso que los meses en los que se producen mayores episodios de altas temperaturas facilitamos el teletrabajo para así evitar una exposición en las horas centrales de sol.

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