Términos y expresiones tras la pandemia
Distancia social, desescalada, rastreadores, confinamiento… la crisis por la pandemia de la Covid-19 ha hecho que nos acostumbremos a términos y a expresiones que no podríamos haber ni imaginado a principios de año. La lista es muy larga y recientemente ha incorporado nuevas locuciones como “rebrote” y “segunda ola”. Hay dudas de que si el incremento de los contagios en España, que se han cuadriplicado en un mes, puedan ser calificados con esta última denominación. Según ha explicado esta semana Margaret Harris, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en realidad no tiene sentido hablar de una segunda ola, ya que todavía seguiríamos, a nivel mundial, en la primera, solo que contenida durante algunos meses en algunos países por las medidas de distanciamiento social.
El último neologismo parte de la CAM
El último neologismo relacionado con la pandemia ha surgido en la Comunidad de Madrid y aunque ha sonado mucho esta semana, puede tener una vida corta. La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, anunciaba el martes una cartilla COVID-19 como forma de que quienes han pasado la enfermedad y tienen anticuerpos pudieran probar su supuesta inmunidad y realizar actividades que estarían restringidas al resto de la población. La idea tardó menos de 24 horas en ser matizada por el vicepresidente regional, Ignacio Aguado, que sostuvo que se trata de un “proyecto experimental”, que no generará privilegios de ningún tipo y simplemente servirá para que los servicios sanitarios tuvieran información ordenada y actualizada de las personas que se han sometido a las pruebas. De hecho, según explicó, más que una cartilla en posesión de cada ciudadano sería simplemente un registro de tipo administrativo.
La cartilla COVID-19
La propuesta de la cartilla COVID-19 se incluía dentro de un paquete de medidas que buscan contener el rápido avance de la epidemia que están viviendo varias regiones españolas –entre ellas Madrid– después de que se terminase el Estado de Alarma hace 40 días. Aunque las regiones que más preocupan son Cataluña y Aragón (esta última con una incidencia acumulada de unos 250 casos por cada 100.000 habitantes, niveles semejantes a los que se vieron en primavera), Madrid se ha situado rápido esta semana como un foco de atención. Tras el mediático caso del Fuenlabrada –equipo de fútbol cuya plantilla y equipo técnico sigue aislado en La Coruña tras haber dado positivo al virus 28 miembros de la expedición–, los brotes se han ido sucediendo en la capital hasta obligar al Gobierno regional a endurecer el uso obligatorio de la mascarilla y restringir las reuniones a un máximo de diez personas.
“Reescalada” o “reconfinamiento”
Todo esto sucede en un momento en el que buena parte de la población contiene la respiración ante el temor a permanecer en casa durante unas vacaciones que perciben como más que merecidas, debido a una “reescalada” o un “reconfinamiento” (esto también serían nuevos términos que sumar a la lista); a un aislamiento domiciliario impuesto por un rastreador tras el positivo en PCR de un contacto cercano (nueva cadena de neologismos); o a verse directamente afectados por el virus. Precisamente, los rastreadores de varias comunidades autónomas vienen advirtiendo de la creciente insumisión de parte de las personas a las que se solicita permanecer en su domicilio. Quizá toque abandonar el triunfalismo de principios de este verano y pensar en el terrible coste en vidas que se cobró la pandemia durante la primavera.