¿Cómo sé que funciona si todo es virtual?
Hace mucho que incorporamos a nuestra práctica habitual formatos digitales como las conferencias virtuales y los seminarios web, o emisiones en streaming para llegar a más público del que podía asistir presencialmente a un acto. Pero, en los últimos meses, se ha multiplicado enormemente la organización de acciones de este tipo, una consecuencia más del distanciamiento físico al que ya nos estamos acostumbrando.
Quizá, a lo que más cuesta adaptarse es a no tener una foto de familia de todos los asistentes, a no ver cómo van llegando las personas invitadas al lugar de celebración, a no percibir sus sensaciones durante el acto ni escuchar sus aplausos… Todo esto hacía que, al acabar una convocatoria presencial, supiéramos que había ido bien, que se marchaban satisfechos, que había sido un éxito. Pero, ahora, ¿cómo sabemos que funciona si todo es virtual?
Trasladar lo presencial
Además de los impactos en prensa y las interacciones en redes sociales comunes a cualquier iniciativa, independientemente del formato, hay muchos aspectos organizativos e indicadores presenciales que son trasladables al entorno digital y que nos permiten garantizar resultados y medirlos. Por ejemplo: el número de asistentes o personas registradas, cuántos de ellos repiten respecto a anteriores ediciones (lo que nos da una idea de su compromiso) y su satisfacción a través de encuestas.
Si en un espacio físico, como un auditorio, ya era posible que el público se despistara mirando el móvil, tenemos que tener en cuenta que ahora están frente al ordenador y tienen todo un mundo de posibilidades a su alcance para desconectar. Por ello, las intervenciones de los ponentes deben ser breves y es fundamental contar con un buen moderador, capaz de hacer presentaciones concisas, moderar de verdad y fomentar la participación.
Favorecer la interacción de los asistentes también permitirá mejorar su experiencia y sentirse partícipes, al tiempo que facilita evaluar la aceptación de cada ponencia. Para ello, se pueden habilitar canales o utilizar modelos interactivos para el envío de preguntas.
Aprovechar lo digital
¿Parte de tus invitados no podían seguir la actividad en directo? No pasa nada, podrán acceder al contenido después porque estará disponible, así ampliamos la audiencia. Seremos capaces de medir cuántas personas había en cada momento de la emisión en tiempo real y cuántas lo siguen viendo en diferido.
Incluso, podremos valorar el interés que suscita cada ponente viendo cómo varían los datos de personas conectadas durante cada parte del programa del acto. El entorno digital también permite generar una comunidad en torno a una acción y medir así sus interacciones, como la actividad de cada miembro y la cantidad y tipo de mensajes enviados.
Aunque dé la impresión de que el salón de cada casa puede convertirse en un plató únicamente teniendo una webcam, es recomendable contar con expertos en producción y realización digital, que aporten ritmo y calidad a la emisión. Además, merece la pena tener en cuenta la posibilidad de ofrecer experiencias inmersivas a través de la realidad virtual o aumentada, en constante evolución.
Seguiremos echando de menos vernos en persona, pero, ya que somos capaces de valorar cualitativa y cuantitativamente el éxito de cualquier acto digital, ahora es el momento de explorar nuevos formatos diferenciadores que hagan de cada encuentro virtual un acontecimiento único.