¿Una única inteligencia? Hay quien habla de hasta 12 tipos de inteligencia y, entre todas ellas, destaca la emocional. Autocontrol, entusiasmo, empatía, perseverancia, capacidad para motivarse a uno mismo… son solo algunas de las habilidades asociadas a ella. Fue Daniel Goleman la primera persona que le confirió protagonismo en la década de los noventa, tras proponer la idea de que la gestión positiva de las emociones era más determinante para el éxito en la vida que el coeficiente intelectual.
El periodista y psicólogo estadounidense hace hincapié en que las emociones son poderosas y tener la capacidad y herramientas para dominarlas es lo que conforma la inteligencia emocional. Un buen ejemplo de ello, puede ser el ámbito laboral. Si dejamos que las emociones negativas absorban toda nuestra atención, obstaculizaremos cualquier intento de poder prestar atención a otras tareas.
En este sentido, Goleman resalta que la inteligencia emocional es determinante en el aprendizaje y en el éxito profesional y académico, además de ser de gran utilidad para ejercer un liderazgo positivo. Saber hacer una crítica constructiva es tan importante como saber recibirla como una oportunidad de mejora.
Pero eso no es todo, según dice el experto, la inteligencia emocional es clave para nuestra salud física y mental y nuestra vida social. “El arte de las relaciones se basa, en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas”, asegura Goleman, quien remarca una y otra vez que todas las personas deberían de invertir tiempo y esfuerzos para conocerse a sí mismas. Solamente así podremos dar lo mejor de nosotros mismos en cualquier esfera de nuestra vida.
Y, aunque no cabe la menor duda de que la genética tiene mucho que decir, la investigación científica respalda que las habilidades emocionales pueden aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida. Por tanto, y sin pretender caer en un positivismo exagerado, dado que tener la capacidad de perseverar en un objetivo pese a las adversidades, ser capaz de controlar nuestros impulsos y aprender a empatizar y confiar en los demás pueden ayudarnos a ser más felices, productivos y eficientes; parece que es momento de que empecemos a trabajar sobre ello.