Pasan los días, baja muy poco a poco la incidencia acumulada de Covid-19 y se cierran o entrecierran nuevos capítulos de la pandemia. Abolidas las restricciones horarias y de aforo en casi todas las CC AA, quedan flecos como qué hacer con las mascarillas. También es el momento de volver la vista atrás y ver qué se hizo bien y qué se pudo hacer mejor.
El “fracaso” de la gestión pandémica de Boris Johnson
En Reino Unido ya han realizado este primer ejercicio de evaluación de la crisis sanitaria. El resultado no ha podido ser más nefasto para el primer ministro, Boris Johnson. En el informe “Lecciones aprendidas” que acaba de hacer público el Parlamento británico, la palabra “fracaso” es omnipresente, con acusaciones directas a Johnson, a quien se acusa de llevar a cabo una política demasiado “reactiva” y no “anticipatoria” durante la crisis. También se señala que “con la notable excepción de la vacuna” la respuesta del país dejó mucho que desear, sobre todo en las primeras semanas (aquellas en las que Johnson abogaba por lavarse las manos cantando el cumpleaños feliz). En definitiva, la gestión del coronavirus ha sido “uno de los más importantes fracasos en salud pública que el Reino Unido ha experimentado jamás”. Johnson, que atraviesa también un momento delicado en la gestión del Brexit, ha recibido estas críticas desde su escapada a Marbella, que ha hecho con su familia coincidiendo con el fin de las restricciones.
La mascarilla se queda
En España esta semana ha vuelto a celebrarse el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud después del parón de la pasada. Entre las conclusiones, la apuntada por la ministra de Sanidad, Carolina Darias: las mascarillas, que forman parte de la “cultura del cuidado” han llegado para quedarse. Ni primavera de 2022 ni ningún otro horizonte temporal para eliminarla. Mientras haya virus como la gripe, mejor mantenerla, al menos, en interiores.
Salud mental: secuelas de la Covid-19
Y mientras continúa lo que todos quieren que sea el epílogo de la pandemia, la vida política y sanitaria sigue. Esta semana, la noticia ha sido la presentación de los Presupuestos Generales del Estado 2022, unas cuentas expansivas gracias a los fondos europeos y que, sin embargo, en Sanidad llevan aparejado un descenso presupuestario del 10%, debido a que la mayor parte de la partida destinada a vacunas frente al SARS-CoV-2 correspondió al ejercicio anterior. En materia sanitaria, el Gobierno ha escenificado en los últimos días su última “bandera”, la salud mental, con el anuncio de una partida específica y un teléfono de prevención del suicidio, así como con la creación de la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia. Aunque esta especialidad fue anunciada por primera vez en 2013, si se hace efectiva, en este tiempo postpandémico, será más necesaria que nunca.