Esta semana hemos recordado el 11-S, un día señalado por muchos motivos. Celebración de la Diada en Cataluña, es el día en el que hace 18 años un atentado terrorista derribó las Torres Gemelas de Nueva York. También fue el día en el que, hace 46, Salvador Allende fue derrocado por un golpe militar en Chile.
Si miramos más hacia casa, hacia lo más reciente y más hacia la sanidad, el 11 de septiembre fue el día en el que, en 2018, Carmen Montón presentó su dimisión para convertirse en la ministra de Sanidad más breve en nuestro país.
Desde entonces, Luisa Carcedo ha ocupado el despacho principal de la cuarta planta del Ministerio, aunque casi la mitad de este tiempo haya sido “ministra en funciones”. Pero, a pesar de la inestabilidad y de no haber podido sacar adelante ningún proyecto de Ley por la situación de minoría parlamentaria (ella tenía especial empeño en la que regulará la eutanasia), Carcedo ha demostrado que se puede hacer mucho en Sanidad en 12 meses.
En el último año, la ministra ha convocado cinco Consejos Interterritoriales. Es cierto que el último fue en mayo y que todavía no han coincidido en esta cita los consejeros nombrados tras las elecciones autonómicas. Pero también lo es que en estas reuniones se ha dado luz verde a importantes decisiones, como el protocolo para empezar a aplicar las terapias CAR-T para la leucemia.
Otro de los hitos de su paso por Sanidad ha sido el Real Decreto que regula la indicación y uso de medicamentos por parte de profesionales de enfermería, la llamada “prescripción enfermera. También ha tenido que lidiar con la crisis sanitaria de la listeriosis.
Carcedo, médico de familia, ha querido también abordar la situación de la Atención Primaria, a la que dedicó, incluso, un interterritorial monográfico. Esta misma semana ha presentado la “Oficina Ejecutiva para el Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria”, un nombre complicado para un organismo con el que espera “reforzar” la AP. Aunque corre el riesgo de quedar diluida al depender de la Dirección General de Salud Pública y no de la de Ordenación Profesional, es un paso que los profesionales valoran.
La ministra, por último, se ha ganado el cariño de muchos de quienes la acompañan en su día a día en el Ministerio (funcionarios, escoltas, personal de protocolo…) que la ven amable y trabajadora, y también de buena parte de los de fuera, que han podido ver sus esfuerzos para afrontar algunos de los retos actuales de la sanidad.