Han pasado ya más de siete meses después de que la pandemia de COVID-19 estallase con toda su fuerza en nuestro país y –tras el breve espejismo de la Nueva Normalidad veraniega– todavía no sabemos cuándo volveremos a una situación sanitaria, económica y social parecida a aquella que teníamos antes de la pandemia. Aunque todavía nos falta perspectiva para valorar estos meses, una palabra está cobrando fuerza últimamente: resiliencia.
Sin olvidar el dolor que nos han causado las pérdidas humanas y la incertidumbre que generan las aciagas perspectivas económicas, los valedores de este concepto nos piden un ejercicio de inteligencia adaptativa y que nos hagamos algunas preguntas para poner en perspectiva esta situación: ¿Cómo hubiéramos vivido esta pandemia si la hubiéramos tenido que afrontar hace uno o dos siglos y no con el sistema sanitario y la industria farmacéutica de la que disponemos hoy día? O también: ¿Cómo habríamos vivido una experiencia como el Gran Confinamiento sin las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la comunicación?
En palabras de la Dra. Rafaela Santos, psiquiatra e impulsora del Instituto Español de Resiliencia, ésta es una cualidad que no es necesariamente innata y en la que hay que trabajar día a día. “Hay que trabajar el desarrollo de la resiliencia como la capacidad de saber afrontar las adversidades de la vida y fortalecerse; no solamente resistir, aguantar, sufrir, sino aprender que forman parte de la vida”, explica.
¿Resiliencia también en la economía?
Ahora bien. ¿Puede aplicarse este concepto que en principio busca el bienestar y el progreso individual y que es ampliamente manejado en Psicología y coaching a la actividad económica? La respuesta parece ser que sí, a juicio de toda la literatura que se ha generalizado en los últimos meses sobre sectores económicos resilientes. Se habla mucho, por ejemplo, de que la agroindustria es uno de los que mejor está resistiendo el embate de la crisis y de que regiones con un fuerte sector primario, como Murcia y Extremadura, la acusan menos que otras más terciarizadas como Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana o Baleares, recientemente señaladas en un Informe del Comité de la UE para las regiones entre las zonas más vulnerables al impacto económico de la COVID-19.
Sin embargo, el mismo concepto de resiliencia implica jugar lo mejor posible con las cartas que uno tiene y también aquellos que vivimos en una región particularmente afectada por la crisis del coronavirus, como Madrid, y trabajamos en sectores como el de la comunicación corporativa, expuestos a los vaivenes del resto de la economía, podemos (y debemos) aprender a ser más resilientes.
Hemos conocido recientemente que a la lista de pésimos augurios económicos se suma el Fondo Monetario Internacional (FMI), que señala a España como la economía más golpeada por el coronavirus. Es responsabilidad de todos los sectores sacar al país del pozo que dibujan las previsiones y los profesionales de la comunicación corporativa tenemos mucho que decir al respecto.
Comunicación, crisis y oportunidad
Quizá un buen ejemplo es el que propone la agencia de publicidad Contrapunto BBDO con su campaña para Correos “Orgullo por lo nuestro”, que se lanzó hace pocas semanas.
Por un lado, Correos ha sabido aprovechar uno de los elementos que nos hacen hoy más fuertes de lo que éramos en el pasado para sobreponernos a situaciones de crisis, la tecnología de la comunicación. Gracias a estos avances, ha creado Correos Market, un “Amazon” para los pequeños productores españoles que se apoya, además, en la ingente red de oficinas postales que llegan a todos los rincones del país.
Por otro, Comunica BBDO se ha apoyado en el espíritu de resiliencia de los últimos tiempos y en la clarividencia que nos ha dado esta crisis a la hora de valorar qué es lo importante para decirnos que el patriotismo bien entendido empieza por nosotros mismos, por consumir productos de las empresas locales asociadas a Correos Market.
En Comunicación estamos muy acostumbrados a trabajar con la comunicación de crisis y a la idea de que las crisis encierran oportunidades, pero no tanto a que una campaña convierta esa noción en uno de sus mensajes principales. Comunicación de resistencia, podríamos decir. Como se suele decir, resistir es vencer, y en medio de esta crisis, tenemos mucho ganado si este espíritu de resiliencia guía día a día nuestro trabajo.